GONZALEZ: EL VOTO DE IU DEBE IR AL PSOE DONDE NO TIENE POSIBILIDAD DE CONSEGUIR ESCAÑO
El presidente del Gobierno y candidato del PSOE en las elecciones del 3 de marzo, Felipe González, hizo un llamamiento a los votantes de IU en las 27 circunscripciones en las que la federación de izquierdas no tenía posibilidades de obtener escaños para que dieran su voto al PSOE como medio para "parar a la derecha".
En unas declaraciones al presidente de la Agencia EFE, Alfonso S. Palomares, González constató que esta campaña "por primera vez" se había utilizado el problema del terrorismo como arma electoral desde la firma de los pactos de Ajuria Enea, Madrid y Pamplona e insistió en su opinión de que una victoria del PP supondría "una regresión del Estado del bienestar".
Felipe González se mostró convencido de que el PSOE conseguiría "dar un vuelco a las predicciones de las encuestas y ganar", criticó la "indefinición" del PP en la construcción de Europa y le acusó de no tener "un proyecto político autónomo".
El candidato socialista definió a Julio Anguita como "la izquierda que en este momento interesa a la derecha" y consideró que debería ser "razonable" y pedir a sus seguidores que dieran el voto al PSOE en las circunscripciones donde IU no tenía posibilidades de obtener escaño.
Pregunta.- Las últimas encuestas dan un resultado negativo para el PSOE. Sin embargo, usted insiste en que puede haber sorpresa y "ganar a las encuestas". ¿En qué se basan su olfato y su intuición para llevar la contraria a los sondeos?
Respuesta.- Hace años que los sondeos se están equivocando. Creo que está fallando la estimación de voto; ya ha ocurrido en varias ocasiones. Sobre todo, en los tres o cuatro últimos comicios de distinto tipo, han fallado las encuestas. Pero, al margen de eso, intuyo que hay una movilización de base en la sociedad española, que puede permitir dar un vuelco a lo que predicen las encuestas y ganar.
P.- Si, al final, se cumplen sus pronósticos y el PSOE obtiene la victoria, ¿habrá que cambiar algo en su partido y en su Gobierno o habrá continuidad?
R.- Un proyecto de reforma siempre es un proyecto de cambio continuo, que trata de renovarse permanentemente. No es posible mantenerse quieto. Las necesidades para la sociedad española en los próximos cuatro años son sustancialmente distintas de las que hemos vivido en el pasado. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que en los próximos años va a ser una realidad esta revolución tecnológica en la que ya vivimos. Habrá una transformación profundísima de las telecomunicaciones y deberemos elegir si se ponen al servicio de los ciudadanos o simplemente se conciben como un negocio. Yo creo que deben ser las dos cosas; deben dar dinero y crear puestos de trabajo, pero además deben estar al servicio de los ciudadanos.
También en el plano europeo habrá un desafío muy importante. En Europa no sólo hay que reformar el Tratado de Maastricht, con la Conferencia Intergubernamental, sino que hay que preparar la ampliación por lo menos a diez o doce países. Y hay desafíos como el de la arquitectura de la seguridad europea, vital para evitar casos como el de la antigua Yugoslavia, en el que tenemos que estar muy presentes, porque nos va en ello el interés de nuestro país.
P.- ¿Cuáles son las señas que han definido a su Gobierno como de izquierdas?.
R.- Mi gobierno ha hecho dos cosas importantes, desde el punto de vista de la acción gubernamental. Una, que podría haberla hecho también un Gobierno de centro-derecha, es un esfuerzo muy intenso de modernización del país, que todo el mundo reconoce, incluso los más negativos respecto de nosotros. La otra, que es la que marca las señas de identidad de la acción de Gobierno socialista, ha sido la universalización del sistema de pensiones, de la Educación y de la Sanidad. En estos doce o trece años de gobierno hemos intentado construir y consolidar los tres elementos que los socialdemócratas siempre habían soñado realizar en sus sociedades para dar un paso hacia la igualdad de oportunidades entre los ciudadanos.
Junto a eso, hemos hecho una contribución importante a la construcción de la España de las Autonomías y hemos roto el aislamiento de nuestro país. Pero lo que más define estas señas de identidad ha sido el esfuerzo de redistribución de la renta y, por consiguiente, el esfuerzo de igualdad y de política social. En estos momentos, estamos recogiendo casi el 25 por 100 de la riqueza nacional que se crea cada año y redistribuyéndolo socialmente.
En este tiempo, siete millones de personas se incorporaron a la asistencia sanitaria pública; hemos conseguido que todos los niños tengan acceso a la Educación, independientemente de su nivel de renta; mujeres y hombres, chicos y chicas, tengan igualdad de oportunidad en el sistema educativo, y vemos que hay una Universidad en este momento con un 53 por 100 de mujeres, lo cual es, en términos históricos, una transformación muy rápida; hemos conseguido que las pensiones lleguen a todos los rincones del país y cubran a todas las personas mayores, incluso a aquéllas que no contribuyeron a la Seguridad Social, y hemos dignificado el nivel de vida de los pensionistas porque su renta ha aumentado algo más del 40 por 100, en términos reales.
P.- La apuesta por la construcción europea está, en general, aceptada. ¿Cuáles son los elementos o las ofertas diferenciales entre su partido y los de otras fuerzas políticas?
R.- Hay un principio de apariencia en el que las posiciones en relación con Europa parecen confundirse, porque el Partido Popular apoya en general el proceso de construcción europea e Izquierda Unida..., no, o más bien Anguita, porque en Izquierda Unida hay muchos europeístas que apoyan este proceso. Pero es verdad que tenemos en la construcción europea dos perspectivas netamente diferencias; la de aquéllos que quieren hacer de Europa una zona de librecambio, y nada más que eso, y la de quienes intentamos hacer de Europa, además, un espacio social, un espacio económico y político integrado. Hay como mínimo en el PP dos visiones de Europa, aunque lo más característico es su absoluta indefinición. Es decir, hay un grupo de gente que podríamos calificar de "thatcherista", más próximo a la visión británica de una zona de librecambio. Hay un grupo dentro de la línea democristiana, que estaría por la construcción europea como algunos democristianos de Bélgica o de Alemania -creo que este grupo es menos influyente- y hay un tercer grupo de hipernacionalistas que no quieren saber nada de Europa, que
nunca lo han querido y que siguen sin quererlo. Por tanto, no sólo yo sino los interlocutores europeos realmente no saben por dónde podrían ir los del PP.
P.- ¿Cómo percibirán los españoles en su vida cotidiana esas ofertas diferenciales, en relación con la construcción europea?
R.- Voy a poner un ejemplo. Cuando discutíamos el último Presupuesto de la Unión Europea en Edimburgo, llegaron unas declaraciones en las que Aznar decía que éramos "pedigüeños". Entró el fax y lo leyeron todos los Jefes de Gobierno con gran asombro, porque yo había parado la reunión al no aceptar la redistribución de los fondos europeos, que no me parecía suficientemente solidaria con España.
Conseguimos lo que pretendíamos y en el año 1995 la transferencia neta de fondos de la Unión Europea a España equivale a 1,13 billones de pesetas; por tanto, para entendernos, es como si hubiéramos hecho en un año diez veces la autovía de Madrid a Badajoz, que ha costado 105.000 millones de pesetas.
Así es cómo se perciben las cosas; lo demás son cuentos, discursos. Las cosas se perciben dando trigo, no predicando.
P.- En la campaña de 1993 no estaba, según las encuestas, el asunto del terrorismo entre las primeras preocupaciones de los españoles. En esta campaña apareció como factor distorsionante y, de una u otra manera, obsesivo. ¿A qué atribuye usted que esta situación haya cambiado?
R.- Es típico del fenómeno terrorista. Durante varios años (1990-1995), el terrorismo ha estado muy disminuido en su capacidad de asesinar y de crear terror. Y al final de 1995 ha habido un rebrote, empezando por Vallecas, que fue un crimen espantoso, y siguiendo por los atentados de Valencia, León, San Sebastián y otra vez Madrid.
La concentración de varios hechos terroristas ha disparado de nuevo la alarma social. Además, la utilización del terrorismo como arma electoral por primera vez incide en el debate político desde que firmamos los Acuerdos de Madrid y de Ajuria Enea.
P.- Los tres pilares de la lucha antiterrorista de sus Gobiernos han sido la eficacia policial, la cooperación internacional, especialmente con Francia, y el acuerdo de las fuerzas políticas democráticas ¿Considera que éstos deben seguir siendo los pilares de esa lucha y qué acciones concretas deben desarrollarse para fortalecerlos?
R.- Esos son los pilares de una política de constancia en la lucha contra el terrorismo que no deben variar. No deben variar porque han dado sus frutos y nadie tiene una fórmula mágica para combatir el terrorismo que no sea la intensificación de esos factores.
La eficacia policial siempre es mejorable, siempre. Estamos poniendo más medios a disposición de la Policía, discretamente, pero los estamos poniendo. Cuando llegamos al Gobierno -hay quien lo olvida- no había coches blindados para la Policía ni para la Guardia Civil en el País Vasco. Desde hace ya muchos años, las patrullas se hacen siempre con blindados, lo que ha salvado centenares de vidas de servidores del orden público. Por tanto, hay que mantener la estrategia de la lucha antiterrorista y hay que mantenerla con tesón y sin demagogia.
P.- En 1982 el PSOE ganó las elecciones con el lema "Por el cambio" y casi catorce años después es el PP el que puede llegar al Gobierno con la misma promesa. Si usted definió el cambio como "que España funcione", ¿cuál cree que es el cambio que promete el PP?
R.- Es muy difícil saberlo, porque el programa del PP sigue oculto; pero yo temo, y tengo la obligación de decirlo, que sea un cambio hacia atrás, es decir, que sea una regresión en las políticas sociales, que se frene el proceso de modernización de España, que haya una tensión entre los distintos territorios por falta de comprensión de la pluralidad y de los elementos diferenciales. Temo seriamente que en la construcción europea no aportemos ni representemos lo que tenemos que representar. Temo una regresión. Lo que no me perdonaría nunca es no haberlo dicho ahora, que estamos a tiempo, y que dentro de dos o tres años me reclamaran los ciudadanos "por qué no lo dijo usted entonces".
P.- ¿Qué está en juego el próximo día 3 de marzo? ¿Corre peligro el Estado del Bienestar?
R.- Está en juego una regresión del Estado del Bienestar. Esto se ha producido en Gran Bretaña con un Gobierno conservador. Empezaron incluso intentando privatizar la Sanidad, que era muy buena. Al final, no consiguieron privatizarla, pero sí degradarla. Se ha estropeado mucho el sistema sanitario británico. Y también ha habido limitación en el sistema de pensiones y en el de la educación.
P.- Su partido se define, frecuentemente, como un proyecto aut├│nomo y, en cambio, ha acusado al PP de no serlo.
R.- Desde luego, la autonomía del PP en los sitios donde gobierna no parece muy clara. La Comunidad Valenciana es un ejemplo. Nosotros habíamos negociado y conseguido una rebaja de un 2 por 100 en los productos farmacéuticos, lo que suponía un ahorro de miles de millones de pesetas para la Sanidad pública. Ahora esa rebaja ha sido suprimida, o han renunciado a ella. Es un botón de muestra.
Creo que la autonomía del poder político es difícil de mantener frente a los grupos de presión. En Madrid, que gobierna desde hace ocho meses el PP, parece que su Presidente se resiente de las presiones que está recibiendo para coartar su autonomía. En España hay una larga tradición de que los Ministros de Industria tengan el consenso de las eléctricas, o los Ministros de Finanzas el del mundo financiero. Esa tradición se ha roto con la recuperación de las libertades, y debe mantenerse.
P.- Si pierden las elecciones, ¿qué repercusión tendrá en su partido y qué efecto tendrá en usted?.
R.- Soy un demócrata, un demócrata de toda la vida, y, si pierdo las elecciones, aceptaré con calma y con sosiego la decisión de los ciudadanos, que respeto profundamente. El PSOE es un partido que tiene más de cien años y ha pasado por avatares muy difíciles. Los elementos de cohesión, el núcleo duro de esta organización política, son muy resistentes y muy fuertes. Aquí no va a pasar lo que ocurrió con algunas formaciones políticas en España.
P.- Julio Anguita. ¿Qué le dice ese nombre dentro de la izquierda española?. ¿Es posible un acuerdo con él después de las elecciones?. ¿Qué debería suceder para que fuera posible un acuerdo IU-PSOE?.
R.- Son muchas preguntas en una. Para empezar, creo que Julio Anguita representa en este momento ese tipo de izquierda que le interesa a la derecha, por razones objetivas; prueba de ello es que Trillo y otros líderes del PP lo alimentan permanentemente. ¿Por qué le interesa a la derecha?. Porque sabe que nunca van a gobernar; nunca serán un estorbo, ni nunca pararán a la derecha. Y saben que, si IU tiene más votos, divide a la izquierda y produce un efecto electoral que favorece a la derecha.
He oído a Julio Anguita argumentar que se vote a Izquierda Unida incluso en aquellas circunscripciones donde no tienen la posibilidad de obtener un diputado. Me parece un disparate. En esas circunscripciones donde no tienen la posibilidad de obtener un diputado, Izquierda Unida debería ser razonable y pedirle a sus seguidores que votaran al Partido Socialista porque ahí se juega un diputado. Hay veintisiete circunscripciones donde se juega un diputado por el voto de Izquierda Unida. Yo quiero hacer una apelación directa a ese voto para que sirva para parar a la derecha, porque es un voto progresista.
Esto no lo entiende Julio Anguita, porque no está en frenar a la derecha; no está en una alternativa de izquierda. Está en una alternativa absolutamente irreal; yo creo que fundamentalista, con poco sentido. Dicho esto, el entendimiento con Izquierda Unida depende de que sea capaz de comprender la construcción europea, la lucha contra el déficit como un elemento fundamental para la creación de empleo, para combatir la inflación, para que haya más inversiones productivas, de que comprenda que vivimos en una realidad de economía mundializada, que ha caído el muro de Berlín, que ha cambiado radicalmente el mundo y, que hay que hacer políticas de izquierda que se puedan llevar a la práctica; políticas transformadoras, como las que hemos hecho nosotros.
P.- Usted ha denunciado "la pinza" o el acuerdo PP-Izquierda Unida...
R.- O la tenaza, como quiera llamarle.
P.- ...¿hasta dónde puede llegar, después del próximo domingo?
R.- Es un juego que hemos visto durante mucho tiempo y que puede continuar; depende de cómo sea el resultado del próximo domingo. Si el resultado es renovar la confianza en el Partido Socialista, no me extrañaría que Izquierda Unida se siguiera poniendo de acuerdo con el PP contra nosotros. De hecho, en Andalucía, en año y medio de legislatura, IU y PP han votado juntos 400 veces contra el Partido Socialista, es decir, contra el Gobierno de Manolo Chaves; ¡400 veces!. Es decir, han hecho imposible gobernar Andalucía con un programa de reformas. Al PP le interesaba, porque le interesaba parar la reforma; a Izquierda Unida, por intereses mucho menos explicables: para deteriorar al Partido Socialista e intentar captar unos votos más.
P.- Todos los partidos afirman que el paro es nuestro principal problema, que el empleo es el objetivo político prioritario. ¿Cuál cree usted que es la diferencia de la oferta del PSOE en relación con las propuestas del PP y de Izquierda Unida?.
R.- Hay una realidad, además de una oferta. En 1995, España ha creado más empleo que ningún país de la Unión Europea: más de 1.000 empleos diarios, exactamente 372.000 empleos, según la Encuesta de Población Activa, de los que 212.000 son indefinidos y 60.000 más son de autónomos, que también tienen un carácter indefinido. Y esto es porque se ha hecho una reforma laboral y políticas activas de empleo. La perspectiva del PP es que el empleo sólo lo dan el crecimiento y el mercado, sin meterse en más dibujos.
Desde una perspectiva progresista, además del empleo que produce el crecimiento y el propio mercado, hay que hacer políticas activas de empleo en Formación Profesional y en las dirigidas al desempleo de larga duración. Y ahora hay que plantearse seriamente la oportunidad de una discusión serena y a fondo sobre el reparto del tiempo de trabajo, respetando la necesaria competitividad de las empresas. Eso lo menosprecia completamente el Partido Popular. El debate se ha abierto ya en Alemania, se sigue discutiendo en Francia; pero en España hay una derecha que no puede entenderlo.
P.- Durante la campaña, el PP ha puesto énfasis en la negociación con los agentes sociales para alcanzar un acuerdo nacional; el PSOE ha hecho escasas referencias a este punto. ¿A qué se debe?.
R.- Nosotros lo tenemos como una constante de nuestro comportamiento. Yo estuve hace unos días con 10.000 cuadros sindicales, en Cornellá, en el cinturón industrial de Barcelona, y hablé de la necesidad de ese diálogo. Nosotros no tenemos necesidad de estar enfatizando permanentemente eso.
Hace dos años y medio, cuando yo ofrecía un pacto por el empleo, Aznar decía: "usted se esconde detrás del burladero de un pacto con los agentes sociales porque no quiere afrontar su responsabilidad de tomar decisiones como Gobierno. Yo, si gano, tomaré las decisiones como Gobierno, sin esconderme detrás del burladero de un pacto social". Esto era hace dos años y medio. Pero, como Aznar no tiene una idea propia de lo que es un proyecto político para nuestro país, tiene la idea que le dan sus asesores o sus técnicos; ahora le han dicho que tiene que decir eso, y dice eso. Y dice que la generación de jóvenes es la mejor preparada de nuestra historia, mientras que nos insulta por el funcionamiento del sistema educativo durante toda la legislatura.
P.- ¿Acabará la crispación el día 3 de marzo?. ¿Bajarán los insultos y las descalificaciones?.
R.- Depende. Yo no tengo el estilo de insultar. He aguantado muchísimos insultos a lo largo de estos años, muchas descalificaciones; le podría citar toda una retahila. Yo no los he devuelto y, nunca pienso utilizar ese tipo de relación política. El Partido Popular, que cree que ya ha ganado las elecciones, dice que tenderá, naturalmente, al diálogo y a que la vida política no se crispe. Y yo le he preguntado reiteradamente, a lo largo de esta campaña -en vista de que no ha podido haber un debate para preguntárselo, cara a cara, a Aznar-, si, en caso de que pierdan, también mantendrán ese talante o, por el contrario, seguirán insultando y descalificando, como han hecho toda la legislatura.
P.- ¿Cuál es la razón de que no haya habido un debate televisado entre usted y el señor Aznar?
R.- La razón es muy fácil de comprender para los ciudadanos. Los segundos niveles del PP, Rato, Trillo o cualquiera de ellos, han estado en debates televisivos con nosotros; todos los segundos niveles del PP. Sin embargo, al señor Aznar le han dicho que no le conviene hacer un debate conmigo. Sus propios asesores no tienen confianza en que Aznar pueda soportar un debate. No sé cómo va a presidir el Gobierno ya que, en ese caso, estará obligado a hacer debates parlamentarios con mucha frecuencia. No va a poder eludirlos y tendrá que dar la cara. Salvo que haga lo que hizo en Castilla y León, donde estuvo dos años y no compareció para nada en el Parlamento. Si quisieran revitalizar el debate parlamentario, hubieran tenido el mayor interés en un debate ahora porque hay millones y millones de ciudadanos que quieren verlo y, sin embargo, no han querido.
P.- Después de trece años de Gobierno socialista, ¿qué considera lo más positivo y lo más negativo?.
R.- La ONU dice que somos el noveno país del mundo en desarrollo humano, en tanto que, en nivel de renta, debemos ser el veintisiete o el veintiocho. Lo dice Naciones Unidas. Algunos dirán que la ONU depende de lo que nosotros le digamos, y no es cierto. Naciones Unidas analiza el acceso a la Educación en todos los países del mundo, y nos coloca en un puesto muy importante, entre los dos o tres primeros; analiza la esperanza de vida de los ciudadanos, y nosotros, con los holandeses, somos los que más esperanza de vida tenemos en Europa; analizan el acceso a la asistencia sanitaria, y se dan cuenta de que en España ese acceso es universal, mientras que en Estados Unidos hay cuarenta millones de excluidos de la asistencia sanitaria pública y gratuita; analizan la dieta; analizan... eso, la situación de bienestar, cómo se vive en España. Y la conclusión es que, con Francia, que es el octavo, con la misma puntuación, somos el noveno país del mundo en desarrollo humano. Yo no tengo más remedio que decir que me siento orgulloso de que eso ocurra. Y, si alguno quiere no atribuírselo a la acción del Gobierno, que no se lo atribuya, pero yo hace trece años y medio que lucho por eso.